ELECTRICIDAD SIN FIN. Políticas de la materia y rock n´ roll

Congreso tecnológico. Una conferenciante en Marketing digital dedica el grueso de su ponencia a prescribir que los perfiles profesionales en redes sociales tienen que tener foto. Argumenta que, sin foto: - Pensarán que no sabes subir un archivo de imagen. - Pensarán que eres feo. - Pensarán que estás acomplejado por tu físico, aunque sea imaginariamente, y lo tomarán como una muestra de inseguridad. - Pensarán que ocultas algo. - Haces descender tus probabilidades de que vean tu perfil en un 70%. Recuerdo cuando llegaron a España los currículums europeos, que no llevaban foto, e incluso en algunos países estaba prohibido. Aquello sucedía cuando Europa era la modernidad y las fotos, un atraso atávico. Recuerdo a Jerry Lee Lewis lanzándose a patadas contra la cámara y sus gritos que me dicen: NO PHOTO. NO PHOTO. Podrán contarme lo que quieran, pero no conseguirán que abandone mis creencias, a pesar de la ley de probabilidades y sus quizá discutibles estimaciones.

Los trabajadores le tienen miedo al final de mes. Los parados tememos el comienzo de mes.

Ahora que la nostalgia es un fenómeno político, que todo se ha acabado y que sólo cuentan el egoísmo individual y la proyección narcisista, que la atomización del conjunto de lo existente se ha culminado y por tanto el resto de lo real deberá ejercer irrestrictamente de pálido reflejo de ella, es ahora que la nostalgia, ese anclaje conservador, permanece como la incógnita de la ecuación. Con el cambio siempre a peor, con la indeterminación desvanecida, la nostalgia es dormir, pero también soñar. O, como dice mi libro de cabecera, dormir es revolucionario.

Hay discos que transforman las cosas a las que se acercan. Son discos que curan, enfadan, aleccionan, viven. Comparten. Esos discos ya no pertenecen a las leyes de la física. Y son discos que ni siquiera se escuchan, sino que brotan.  

Somos como nos escribimos.