NOSTALGIA DE LA UTOPÍA
Ahora que la nostalgia es
un fenómeno político, que todo se ha acabado y que sólo cuentan el egoísmo
individual y la proyección narcisista, que la atomización del conjunto de lo
existente se ha culminado y por tanto el resto de lo real deberá ejercer
irrestrictamente de pálido reflejo de ella, es ahora que la nostalgia, ese
anclaje conservador, permanece como la incógnita de la ecuación. Con el cambio
siempre a peor, con la indeterminación desvanecida, la nostalgia es dormir,
pero también soñar. O, como dice mi libro de cabecera, dormir es
revolucionario.