HACIA EL 1-OCT
I. Les llaman
manifestantes independentistas cuando son manifestantes progubernamentales. No
se deben a la Patria, sino a la verticalidad del poder. No se trata de
creencias, sino del beneficio personal. Su nuevo país será propiedad de los
fondos de inversión. Su nuevo país será un paraíso, pero un paraíso fiscal. Su
nuevo país será un espacio de convivencia, pero un espacio de convivencia para
mafiosos. Su nuevo país tendrá un innegable prestigio, aquél de sus
patrocinadores, Israel y Qatar.
Muera la independencia.
Visca la Terra!
[II. La mascarada puede
continuar, incluso puede llegar a puerto, pero saben que se trata de otra cosa.
El golpe, o en Barcelona, o en Madrid. La última bala, la moción de censura que
les indultará. Quien comete a sabiendas todos los delitos y lo hace público,
juega con las cartas marcadas. Las cartas marcadas del plutócrata, de su
pléyade de partidos, de sus cloacas particulares. Rajoy es el último dique de
contención antes de lo que venga. Y de lo que venga, que Dios nos coja confesados.]
III. El ruido de sables
ya no es en los cuarteles, sino en las televisiones. La independencia se
planteó como un acto de fuerza de una minoría. Una minoría que prefiere las
plazas, a rellenar de sus secuaces, que los Parlamentos. Constituciones espúreas
surgidas de las plazas. Independencias podemizadas contra la soberanía popular.
La vida es un reality. O la vida no es un reality. Ellos pondrán el Maidan y el
carnaval, pero el Estado de Derecho no será televisado.
Muera el Maidan. Visca la
Terra!