AQUELLAS PÁGINAS POLVORIENTAS


El prefacio del libro de Hobbes decía que el autor tenía miedo. Lo repetía unas cuantas veces. Creo que era un prefacio de Tierno Galván. Sí, tenía miedo, no sé si justificado o no. Pero quizá resulta injusto quedarse en el miedo, o en la “legitimación” del poder absoluto, de la autoridad cualquiera que esta sea siempre que provea un orden. Una legitimación filosófica, por cierto, que ocurre en otras sociedades y a la que no necesariamente se asocia con la filosofía o la elevación del pensamiento.

Hobbes, además de nadar en pánico, se hacía preguntas y daba respuestas. El problema radicaba en que preguntas y respuestas no tenían mucho que ver. Intentaba descifrar que había antes de la opresión y encontraba la guerra. Pero la guerra no estaba en el inhóspito enigma de antes de la opresión, sino que estaba entre medias, o estaba más allá de la opresión.

Más allá de la opresión. El futuro resplandeciente que nos matará. Porque es el hijo de la opresión, es su servidor, es su herencia. Opresión con esteroides, sin cortapisa. Opresión brutal.

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